Rom 8, 14-17
Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Invocación a la Trinidad
Oh Trinidad Santísima!, origen de todo.
Misterio tan profundo, que me hace exclamar
del fondo de mi corazón Santo, Santo, Santo.
Te encuentro en el fondo mismo de mi ser
amándome, creándome,
trabajando por mí, para mí, conmigo
en una comunión misteriosa de amor.
Dame, Señor, que yo comience a ver
con otros ojos todas las cosas.
(Pedro Arrupe)