Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
Que tu fuego arrase
certidumbres anquilosadas,
mecanismos de defensa,
muros que aíslan;
que acabe con las leyes ciegas,
y destruya esos laberintos banales
donde se esconde el egoísmo,
para no salir a la luz del día
donde tu Amor podría alcanzarlo.
Que tu fuego encienda
hogueras,
y calienten la noche fría
de quien tirita
de soledad,
de pobreza
o de sinsentido;
que a su calor surjan
nuevas preguntas,
se nos derrita la indiferencia
y se gesten relaciones profundas.
Que tu fuego ilumine los caminos
que aún tenemos que recorrer,
más allá de la oscuridad y el silencio,
hacia tu Paz y tu Palabra.
(José María Rodríguez Olaizola, sj)