Después de que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».
«Despierta» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
«Sancta Camisia» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Raquel sigue llorando,
devastada por sus hijos.
Ahogados en el mar
de la indiferencia
y el abandono.
Hambrientos de justicia.
Tiroteados en reyertas ajenas.
Caminantes solitarios,
vagando entre multitudes
que olvidaron el amor.
Eliminados,
porque estorban.
Empujados a los abismos.
Atravesando desiertos.
Enganchados al veneno.
Adictos a espejismos.
Expulsados del hogar
por las fieras de la guerra.
Violentados
por la ley del deseo ajeno.
Y sus gritos,
silenciados
por el ruido
atronador
de hipócritas
y embusteros
Solo les queda
clamar,
esperanzados,
por la justicia inmortal.
Dios no abandona.
(José María R. Olaizola, SJ)