Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».
«Vamos a anunciar esta alegría» © #
Iré contigo,
sin tejer nidos
con ramas que se secan
y esconden el horizonte
con su redonda caricia.
Sin los atajos de la prisa
que ignoran los paisajes,
atropellan los instantes,
ni besan ni respiran.
Sin girar sobre mí mismo,
rueda atascada en la queja
de lodos viejos y podridos
sin sol y sin hermanos.
Iré contigo,
que oyes con corazón hospitalario
para sanar todos los lamentos,
que abrazas las últimas espaldas
para avanzar con todos y a tiempo,
que llegas en todo ahora
para estar partiendo siempre.
(Benjamín G. Buelta, SJ)