Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios y fueron incapaces de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no reconocieron al Artífice, fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si, fascinados por su hermosura, los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo; pues, por la magnitud y belleza de las criaturas, se descubre por analogía el que les dio el ser.
Con todo, a estos poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados, buscando a Dios y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran, y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera estos son perdonables, porque, si lograron saber tanto que fueron capaces de averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño?
«Hymns of the All-Night Vigil » © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
«Meditative Guitar» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
A los bellos,
a los sabelotodos,
a los fuertes,
a los ricos,
a las guapas de espejo,
a los arrogantes,
a los manipuladores,
a las reinas de la fiesta,
a los chulos de barrio,
a los que opinan de todo
pero no escuchan nada,
al que sonríe sin alma,
al buscador de atajos,
al vendedor de quimeras,
al triunfador sin historia,
al presuntuoso,
al arrogante,
al que pisa fuerte sin mirar a quién,
al que nunca duda...
…Hay que recordarles
que también lloran, aman.
y se equivocan a ratos.
Que no es el fulgor fugaz
lo que nos hace personas,
sino la desnudez frágil.
Y que es en la normalidad compartida,
donde nos podemos encontrar,
hermanos.
(José María R. Olaizola, sj)