Paseando junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Y pasando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
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Ayúdame, Señor, a seguirte,
a unir mi vida con la tuya
y vivir el sueño que tienes para mí…
Mírame en mi confusión,
y permíteme sentir tu presencia.
Lo único que me pides siempre
es que no me esconda de ti,
que no escape a tu amor.
Quiero amarte y estar contigo,
hablarte, y simplemente
estar en tu presencia.
Permíteme verme a mí mismo,
en la luz de tu misericordia
y elegirte siempre.
Amén.
(Henri Nouwen)