Le presentaron a Jesús unos niños para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo: «Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos». Entonces les impuso las manos y después se marchó de allí.
«The promise fulfilled» © Autorización de San Pablo Multimedia
Que la vida nos vuelva pequeños,
frágiles, vulnerables.
Que se lleve como agua del río
nuestros secretos orgullos,
nuestras grandes ambiciones.
Que nos conmuevan, como de niños,
las palabras y gestos de ternura,
los sucesos y gritos del dolor.
Desandemos ya los pasos
que nos llevaron equivocadamente
a creernos reyes empinados
sobre todos los valles
y escenarios de este mundo.
¡Cuántos desengaños, traiciones
y magulladuras en nuestro corazón!
Vuélvenos, como en la infancia,
la atención hacia la fantasía,
hacia los secretos del universo,
hacia las cosas anodinas.
Y entre risas, juegos y silencios
perder sin más nuestro tiempo,
y ganar, al fin, nuestra vida.
(Seve Lázaro, SJ)