Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís lo hacéis digno de la condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga’! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O decís también: ‘Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga’. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».
«Teselas de luz y barro» © Difusión libre cortesía de Ixcís
«Blackbird» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
La épica del pueblo elegido.
El himno de guerra santa.
El discurso que rompe.
La distancia que marca.
La mirada fría
a quien no es mi hermano.
Los diques existenciales.
Coartadas para el odio.
Motivos, siempre hay motivos
para anclarse en la indiferencia.
Y una pregunta que te lanzamos,
generación tras generación,
«¿Quién es mi prójimo?»
Entonces Tú, a vueltas
con la paz
y la palabra.
Abriendo resquicios
a la cordura.
Tirando murallas
con gestos.
Ayudándonos a ver
más allá de las excusas,
para descubrirte
en vidas ajenas
que son tuyas,
y por eso, nuestras.
(José María Rodríguez Olaizola, SJ)