Jesús dejó el territorio de Tiro y pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
Le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le pidieron que le impusiera las manos. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», que quiere decir «¡Ábrete!». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.
Jesús les pidió que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
«Salve Regina (Gregorian Chants)» © Con la autorización de Juliano Ravanello
«Seraphim» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Señora de la Esperanza,
porque diste a la luz la Vida.
Señora de la Esperanza,
porque viviste la Muerte.
Señora de la Esperanza,
porque creíste en la Pascua,
porque palpaste la Pascua,
porque comiste la Pascua,
porque moriste en la Pascua,
porque eres Pascua en la Pascua.
(Pedro M. Casaldáliga)