Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».
Tomás le dijo entonces: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le contestó: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».
«Paz mental » © Autorización de San Pablo Multimedia
Una noche tuve un sueño.
Soñé que estaba caminando por la playa con el Señor
y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba,
percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena:
unas eran las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante de nosotros
miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena,
y noté que muchas veces en el camino de mi vida
quedaba sólo un par de huellas en la arena.
Noté también que eso sucedía
en los momentos más difíciles de mi vida.
Eso realmente me perturbó
y pregunté entonces al Señor:
«Señor, cuando decidí seguirte
tú me dijiste que caminarías conmigo,
a lo largo del camino;
pero mirando atrás,
durante los peores momentos de mi vida,
encuentro sólo un par de pisadas.
No comprendo por qué me abandonaste
en las horas en que yo más te necesitaba».
Entonces, el Señor, clavando en mi su mirada me contestó:
«Mi querido hijo. Yo te he amado
y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles.
Cuando viste en la arena sólo un par de huellas
fue justamente allí donde te llevé en mis brazos».