Jesús dijo a sus discípulos: «Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’; y, desde dentro, aquel le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos’; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
»Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O, si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden!»
«Allemande» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Lo más importante no es
que yo te busque,
sino que tú me buscas
en todos los caminos [Gen 3, 9];
que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes el mío tatuado
en la palma de tus manos [Is 49, 16];
que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí
con tu grito [Rom 8, 26];
que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar
contigo hacia el futuro [Mc 1, 17];
que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes
en mi último secreto [1Cor 13, 12];
que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí
y te expresas a tu manera [2Cor 4, 10];
que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja
en el fondo de tu océano [EE 335];
que yo te ame
con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas
con todo tu corazón y todas tus fuerzas [1Jn 13, 1];
que yo trate de animarme, de planificar,
sino que tu fuego arde
dentro de mis huesos [Jer 20, 9].
Porque, ¿cómo podría yo buscarte,
llamarte, amarte...
si tú no me buscas, llamas y amas primero?
El silencio agradecido es mi última palabra.
Y mi mejor manera de encontrarte.
(Benjamín González Buelta, SJ)