Fuego naciente

Siento a mi alrededor que todo se apaga,
que ya nada brilla con su luz natural,
que la vida no despierta el interés de antaño,
que el amor ya no vale, no dura, no enamora,
que los deseos sublimes sucumben a la publicidad.

Siento que de lo importante ya no saltan chispas,
que la ternura se nos marcha de las manos,
que el ayudar y servir ya no nos hacen soñar,
que las promesas son cenizas esparcidas al viento,
que los amaneceres se encuentran deshabitados.

¿Podrá encenderse este mundo de nuevo
en la pasión por la vida, en un amor infinito?
¿Podrán las palabras, los gestos, los acuerdos
recuperar la determinación y el peso perdido?
¿Dónde encontrar el fuego que todo lo aviva?

Todo lo gastado solo renace en el corazón.
Allí puso Dios su Espíritu creador, su fragua.
¡Fuego naciente que a todo das vida e impulso,
recrea nuestra esperanza, ábrenos a la proximidad,
que todo lo apagado encuentre en ti su luz perdida!

(Seve Lázaro, SJ)