Epulón
Ciego, tan ciego
y sin saberlo.
Pensando que veo.
Y son solo sombras.
Apariencia.
Mentiras disfrazadas.
Mientras, tú,
a mi puerta,
en mi camino,
a ras de tierra.
Basta bajar la mirada
para ver.
Pero me ofusca
el horizonte,
el trabajo,
la agenda sin aire,
la tiranía del reloj,
el baile de las palabras,
la seducción del ocio,
la nostalgia del poeta,
la rabia del profeta,
la profundidad del sabio.
Todo,
menos la compasión
del samaritano.
Sáname.
(José María R. Olaizola , sj)