No dejar que te apagues en mí

«Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche, por primera vez, me he quedado despierta en la oscuridad, con los ojos ardientes, mientras desfilaban ante mí sin parar imágenes del sufrimiento. Voy a prometerte una cosa, Dios mío, una cosa muy pequeña: me abstendré de colgar en este día como otros tantos pesos las angustias que me inspira el futuro. Pero esto requiere cierto entrenamiento…Voy a ayudarte, Dios mío, a no apagarte en mí, pero no puedo garantizarte nada por adelantado.
Sin embargo, hay una cosa que se me presenta cada vez con mayor claridad: no eres tú quien puede ayudarnos, sino nosotros quienes podemos ayudarte a ti y, al hacerlo, ayudarnos a nosotros mismos. Eso es todo lo que podemos salvar en esta época, y también lo único que cuenta: un poco de ti en nosotros, Dios mío. Quizá también nosotros podamos sacarte a ti a la luz en los corazones devastados de los otros».

(Etty Hillesum)