¡Ay, si yo pudiera!

¡Ay, si yo pudiera
girar la bola del mundo
hacia el ‘cerca’ del Reino de Dios!
Abrir la esperanza del pobre
como se abre una conversación.
Encender sueños imposibles
con el primer destello de sol.
Cerrar para siempre las casas
en las que viva una persona sola.
Decir a nuestros parados
que se pongan en circulación.
Escribir en las residencias
¡Aquí no se aparcan mayores!
Gritar en todos los templos
que Dios nos espera fuera.
Dibujar en la cara del triste
una sonrisa imborrable.
Descontaminar nuestro planeta
de tanta noticia falsa.
Verter por el sumidero
todas las heces del odio.
Poner a tanto ensimismado
a dormir con un dolor ajeno.
Decir a las buenas personas
que al morir dejen herederos.
(Seve Lázaro, sj)