Zaqueo

No me dejes esperar sentado,
cuando tú ya estás en los caminos.
Empújame, inquiétame,
aviva en mí el deseo
para lanzarme a buscarte.
Yo te prometo intentarlo.
Escalaré montañas,
salvaré distancias,
preguntaré por Ti
a la tierra,
a los otros,
a esa voz que brama tan dentro
con verso de paz y evangelio.
Gastaré los días,
atravesaré abismos en tu busca.
Y si me canso,
si vacilo,
si reniego de ti alguna vez,
no permitas que me rinda.
Sé que cuando escuche tu voz
que pronuncia mi nombre
y se invita a mi mesa,
entenderé, al fin…
que la salvación ya estaba aquí.

(José María R. Olaizola, sj)