El grito silencioso

Hay quien grita
con su vida,
aunque no pronuncie
una sola palabra.

Testigos callados
que hablan
en el gesto y la mirada.
No anuncian,
a voz en grito,
lo que hacen o piensan.
Ni alardean,
ni justifican.

Es su historia
la que narra
cómo aman,
dónde viven,
por quién luchan,
qué anhelos tiran de ellos,
en qué creen.

Es su huella silenciosa
la que deja adivinar
al Dios que les habita.

(José María R. Olaizola, sj)