Advenimientos

No sé si llamarlos
momentos de paz
y de sosiego
o de viento y aguacero
huracanados.
De forma súbita,
tu voz y tu palabra
se encaraman
a la cima de mi vida
tumbando planes,
cambiando sueños,
quitando enredos,
abriendo puertas
trancadas desde dentro.

Y después…
Después, un
inquietante silencio
me susurra:
«No le pongas
cerrojos al cielo.
Deja, que como
al árbol en otoño,
también a ti te tire
y estrelle contra el suelo:
tus hojas,
tus ramas,
tus frutos,
tus tiempos,
tus agarraderos».

Entonces, solo entonces,
brotará la esperanza,
en mi desnudez,
de su nuevo advenimiento.

(Seve Lázaro, sj)