El ayuno que yo quiero

Esto dice el Señor: habla con valentía; no te escondas ni te calles; en tu vida, con tu familia, en las redes sociales, con tus gentes… donde tengas oportunidad. Denuncia la forma en que lo injusto rompe historias. Denuncia las mil maneras en que se destruye la vida y se abusa del pobre. Denuncia la hipocresía de quienes llevan mi nombre en los labios, pero viven lo contrario. Denuncia a quienes quieren manipularme a base de oraciones y enarbolando su supuesta virtud, como si mi bondad dependiera de sus méritos y de sus ayunos. En realidad, el día del ayuno prescinden de lo superfluo, pero siguen acumulando vanidad, poder, riqueza o prestigio. Presumen de cumplir, mientras siguen lejos de mí. ¿A eso llamáis ayuno, día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, no poner pesos imposibles sobre los otros; romper toda forma de opresión y exclusión; compartir tus bienes, que hay tanta gente pasando penuria; acoger al extranjero y no desentenderte del prójimo. Ya verás cómo entonces tu ayuno se convierte en luz, y descubres que yo siempre estuve contigo. Sólo tenías que llamarme así, para que yo te dijera: «Aquí estoy».

(Rezandovoy)