Atar y desatar

Atar no es apresar,
retener
o condenar
a uniones forzosas.
Es unir.
Unir personas, formando comunidad.
Afectos, trenzando amor.
Caminos, recorriendo proyectos.
Momentos, escribiendo historias.
Creencias, haciendo Iglesia.
Desatar es liberar
de pesos innecesarios.
De la carga hiriente.
Del mal que apresa.
De la ley que oprime
Del prejuicio que ciega.
De ídolos que seducen.
De brillos que ciegan.
Hacen falta testigos
que sepan atar lo roto
y desatar lo preso.
Hacen falta
destructores de cadenas
y forjadores de vínculos,
que empiecen a tejer,
aquí y ahora,
lo eterno.

(José María R. Olaizola, sj)