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Curiosa forma de quedarte, Señor,
sin imponer tu presencia,
sin apagar la sed,
sin convertir la fe en evidencia.
Y curiosa forma de irte
sin atarnos a la ausencia,
sin dejarnos solos,
sin forjar tristezas.
Y así, de ese modo,
ausencia y presencia
siembran en nosotros
hambre de respuestas.
Y eres espíritu,
aliento, fuerza.
Eres la palabra
que a veces aquieta
y a veces golpea.
Eres el silencio
poblado de historias,
eres la justicia
que llama a la puerta,
eres un profeta
pidiendo justicia,
eres el soldado
sin arma ni guerra.
Por eso te fuiste,
y así te nos quedas.
(José María R. Olaizola, SJ)
sin imponer tu presencia,
sin apagar la sed,
sin convertir la fe en evidencia.
Y curiosa forma de irte
sin atarnos a la ausencia,
sin dejarnos solos,
sin forjar tristezas.
Y así, de ese modo,
ausencia y presencia
siembran en nosotros
hambre de respuestas.
Y eres espíritu,
aliento, fuerza.
Eres la palabra
que a veces aquieta
y a veces golpea.
Eres el silencio
poblado de historias,
eres la justicia
que llama a la puerta,
eres un profeta
pidiendo justicia,
eres el soldado
sin arma ni guerra.
Por eso te fuiste,
y así te nos quedas.
(José María R. Olaizola, SJ)