Mirada a los inocentes

Míralos, amigo. Mira a los inocentes, cuyos ojos tristes indican que no comprenden el porqué de lo que les sucede. ¿Y acaso hay un porqué? Sí, lo hay. El egoísmo de algunos. El afán de dominio de otros. El ansia con que muchos quieren construir su seguridad sobre sangre ajena. La indiferencia de tantos que prefieren no ver. Mira a los ancianos a quienes nadie mira, que no encuentran a nadie que les dedique tiempo, palabras, una sonrisa. Mira a las personas sin hogar, que se cruzan por nuestro camino, y resultan incómodos. Atiende a las noticias de las tragedias cercanas o lejanas, y piensa que, esos que lloran, que nacen y mueren, que viven y huyen, son tus hermanos. Hay tantos inocentes golpeados… Piénsalo, no para agobiarte o para culpabilizarte. Pero sí para sentir, por un momento, que el mundo puede ser otra cosa. Y entonces, únete al camino de esa familia que huye a Egipto. De ese niño que le dará la vuelta a la lógica del poder. Y siente que, también tú, puedes hacer que el mundo sea un poco mejor. Aunque aún no sepas cómo.