No te avergüences nunca

No te avergüences nunca de proclamar su Nombre, deletreado en actos. Muestra su Rostro glorioso en tu mirada calcinada. Exhibe, como plena garantía, el precio de su Sangre, en el combate y en la derrota, en la esperanza. Comulga su espíritu en la Hostia, en el silencio de los pobres y en el grito de los muertos. Abrázalo en toda carne humana. Y espera su regreso, seguro, imprevisible, con tus pies ahincados en nuestro cada día. (Pedro Casaldáliga)