Confesión

Yo confieso, Señor, que no siempre estoy a la altura de tus sueños y mis horizontes. Que necesito convertirme, dejando fuera de mí aquello que nos aleja. Que a veces no sé arder con el fuego de tu Espíritu. Que no escucho tu profecía convertida en palabra, en imagen, en prójimo, en silencio. Confieso que a veces no sé quererte. Pero te quiero. Yo confieso, Señor, que no siempre sé hacer de tu promesa mi Adviento. Pero no dejes de venir. (Rezandovoy)