ddaptación de una oración de Roger de Taizé
Jesús, paz de nuestros corazones, tú nos descubres esta realidad sorprendente: Dios no quiere ni el sufrimiento ni la aflicción humana. No causa en nosotros ni medio ni angustia. Dios solo puede amarnos […].
¿Qué esperas, Señor, de mí? Me pides ser en toda situación como un reflejo de tu presencia; me invitas a hacer bella la vida para aquellos que tú me confías. Son innumerables los que tienen un deseo de reconciliación que toca el fondo del alma. Señor, yo aspiro a este gozo infinito: tener un mismo amor, un solo corazón, una sola y misma comunión.
Espíritu Santo, ven a depositar en mi corazón el deseo de avanzar hacia una comunión, eres tú quien me conduces hasta allí.