Coloquio (en mi atardecer)
Dios mío, en mi atardecer, quisiera pasear contigo para ver esa viña, ese cafetal, con tu mirada: las ramas que has podado y que cubren el suelo, los nuevos racimos que brotan y aún tienen que madurar; el verdor intenso de las hojas pletóricas de vida que oxigenan la planta; quisiera pasear contigo para sentir tu mirada llena de esperanza, de ilusión, al ver cómo la savia discurre por todas las ramas y va llevando la vida a los racimos; racimos que maduran y mudan de color.
Dios mío, en mi atardecer, quisiera pasear contigo para ver con tu mirada, la comunidad de tu Hijo Jesús, con los discípulos y amigos que tú le has dado; ahí estoy yo… y tú me miras: siento que todo lo esperas de mí, siento que esperas que me una a Jesús, para que la misma savia de su vida corra por mis venas; para que preste atención a su Palabra y me deje transformar por ella; siento tu ilusión que espera de mí mucho fruto.
Y así, contigo, paseo en mi atardecer, Dios mío, en tu viña, en tu cafetal.