Dios del camino

Eres el Dios del camino, y nosotros caminantes, siempre de un lado para otro. Tú sales a nuestro encuentro donde menos te imaginamos: en el cansancio compartido, en los momentos de fiesta, en las horas de calma y en las de tormenta. Eres el Dios del camino, y nosotros peregrinos buscando en nuestras vidas tu presencia que nos llena de paz, de sosiego, de alegría. Eres el Dios del camino, y nosotros testigos llamados a anunciar tu nombre, a afirmarlo con nuestras vidas, con la forma en la que amamos, en la que perdonamos, y en que cuidamos unos de otros. Eres el Dios del camino, y nosotros vivimos en marcha, tratando de descubrirte, porque estás entre nosotros. (José María R. Olaizola sj)