Semillas

Todo se reduce a sembrar. Guerra o paz. Libertad o cadenas. Comunión o soledad. Sembramos, aun sin saberlo, en miradas, silencios, opiniones, gestos… Plantamos, a base de golpes o caricias, semillas que enraízan en otras tierras, y se riegan con el paso de los días, con memoria y nuevos encuentros. Lo sembrado germina, crece, se hace árbol, y sus frutos alimentan las ansias de otras gentes, el hambre de otras bocas, el latir de otros corazones. Cada fruto es distinto. Está el que aquieta y el que fustiga. Está el que sacia, o el que vacía, el que sosiega y el que desquicia. Pero todo empezó con la pequeñez de la semilla que un día sembramos, aun sin saberlo. (José María R. Olaizola sj)