Coloquio de la siembra

Señor Jesús, a veces, tu optimismo me saca de quicio, te tengo que ser sincero. Llevo muchos años con gente de distintas comunidades, haciendo lo posible e imposible por anunciar tu Buena Nueva, y la verdad es que a veces cunde el desánimo: nos preguntamos qué estaremos haciendo mal porque nos cansamos de no ver fruto, somos así de miopes. Hoy, al mirar cómo siembras en tu campo, esparciendo semilla por todas partes con esa perseverancia y con esa ilusión, quedo perplejo. Señor necesito que me contagies esa alegría y esa esperanza, porque sé, que en realidad sólo tú eres el sembrador y nosotros, yo mismo, un colaborador bastante inútil por cierto. Señor, deseo sentir tu mirada y tu ternura de sembrador que esparce el grano por mis márgenes oscuros, llenos de aridez, de superficialidad, de inconsistencia; deseo sentir la ternura de tu mirada sobre esas zonas de mi vida que están por evangelizar, porque sé que si tú sigues insistiendo, también mi pobreza puede llegar a dar fruto. (Pep Baquer, sj)