Prudencia (fragmentos)
Todos nos hablan de prudencia, Señor;
pero de una prudencia que no es tuya. […]
Jesucristo, te damos gracias porque tú no fuiste prudente, ni diplomático;
porque no callaste para escapar de la cruz,
porque fustigaste a los poderosos sabiendo que te jugabas la vida.
[…]
No nos dejes ser tan prudentes que queramos contentar a todos.
‘Tu palabra’ es hiriente como espada de dos filos.
No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión,
y nos haga imposible la cárcel.
La terrible prudencia de acallar los gritos de los hambrientos y los oprimidos.
Danos sinceridad, para no llamar prudencia a la cobardía, al conformismo, a la comodidad.
[…]
Que cuando sintamos la tentación de la prudencia,
recordemos que Tú «has escogido la debilidad del mundo
para derrotar a los fuertes;
y a los estúpidos para confundir a los sabios».
(Lluis Espinal, sj)