Salmo 22 (fragmentos)
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?,
¿por qué no vienes a salvarme?,
¿por qué no atiendes a mis lamentos?
Dios mío, día y noche te llamo, y no respondes;
¡no hay descanso para mí!
Pero tú eres santo;
tú reinas, alabado por Israel.
Nuestros padres confiaron en ti;
confiaron, y tú los liberaste;
te pidieron ayuda, y les diste libertad;
confiaron en ti, y no los defraudaste.
Y así es:
tú me hiciste nacer del vientre de mi madre;
en su pecho me hiciste descansar.
Desde antes que yo naciera,
fui puesto bajo tu cuidado;
desde el vientre de mi madre,
mi Dios eres tú.
No te alejes de mí,
pues estoy al borde de la angustia
y no tengo quien me ayude.
Tú, Señor, que eres mi fuerza,
¡no te alejes!, ¡ven pronto en mi ayuda!